La Biblia nos advierte que, si no perdonamos, Satanás se aprovechará de nosotros y nos hará daño.

(2 Corintios 2:10-11) Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones

Debemos perdonar a todos los que nos han herido, así como nosotros hemos sido perdonados.

Si alguien decide no perdonar, es porque es tan grande su orgullo que prefiere desobedecer los principios de Dios, que dar su brazo a torcer.

Alguien que dice amar a Dios, tiene que estar dispuesto a perdonar. Un creyente que verdaderamente ama a Dios, tendrá que amar a su prójimo.

(Marcos 12:30-31) Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo

Cuando un cristiano no cumple con los mandamientos de Dios, el enemigo tiene el derecho legal de dañar a ese creyente. Al violar los estatutos del Señor por decidir no perdonar, el diablo sacará ventaja.

  • (Efesios 4:26-27) Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.

Dios desea que seamos libres de ataduras, Él nos ha dejado en libertad para decidir si perdonamos o no. Si perdonamos, seremos libres y Satanás no podrá dañarnos, pero si decidimos lo contrario, entonces él podrá intervenir en nuestras vidas y quitarnos las bendiciones que Dios ha dispuesto para cada uno de nosotros. Cuando alguien no perdona, desobedeciendo lo que Dios ordena en su Palabra, comienza el declive espiritual. En este caso se le da lugar al diablo. Entendamos lo que sucede en cada paso por haberle dado lugar al diablo y no haber perdonado:

  1. Ira o enojo (se tiene la emoción o sentimiento negativo)
  2. Resentimiento (se desobedece la Palabra y se vuelve a sentir)
  3. Odio (pasivo: no se desea el mal o activo: se le desea el mal)
  4. Deseos de venganza (hablar mal, sarcasmo, ironía, burla, etc.)
  5. Raíz de amargura (desesperanza, depresión, desaliento, vida frustrada)

Dios quiere que tengamos victoria en nuestra vida al glorificarlo a Él, y para poder hacerlo, tenemos que consagrar nuestra vida a Él, abandonando las costumbres del mundo o lo que aprendimos de nuestra vieja manera de vivir; y entre sus prácticas estaba la falta de perdón.

Muchos de nosotros fuimos enseñados a no perdonar; otros adoptamos ese mal hábito como una reacción de defensa ante la agresión o el rechazo.

El sistema moral que el mundo maneja que solo el más fuerte podrá sobrevivir, por eso es que muchos de nosotros buscábamos, a través de la falta de perdón, controlar a todas aquellas personas que nos agredían.

O en ocasiones, el orgullo era el que hacía persistir en la falta de perdón. Una persona que vive en humildad, perdona con facilidad.

La Biblia nos enseña que el sistema del reino de Dios es totalmente distinto a las costumbres que aprendimos en el mundo. El apóstol Pablo nos lo muestra en estos versículos:

(Efesios 4:31-32) Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo

Estos versículos resumen los cambios de vida de un verdadero creyente. La amargura refleja un resentimiento reprimido que puede estallar en cualquier momento. El enojo tiene que ver con la rabia en aumento del momento. La ira es una emoción más interna y profunda. Los deseos de venganza conducen a la maledicencia, a hablar mal de las personas que nos han herido. La gritería solo demuestra la falta de dominio que la persona tiene de sí misma.

¿QUÉ SIGNIFICA PERDONAR?

Perdonar es remitir la deuda, es obedecer el mandamiento de Dios.

(Mateo 6:14) Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

Jesús enseña aquí el deber permanente del creyente de tener una actitud perdonadora.

(Marcos 11:25) Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.

La oración exitosa requiere de perdón, tanto como de fe. Pueden perdonarse faltas simples, diferencias o heridas profundas.

El perdón es una actitud que honestamente reconoce la ofensa y después la hace a un lado, basándose en el perdón de Dios para nosotros.

Uno de los peores pecados que puede cometer un cristiano es la falta de perdón. La palabra en griego que a menudo se usa en la Biblia para expresar perdón (afesis) significa liberar. Se utiliza para la remisión de pecados. Esta liberación es necesaria para obtener salud física, emocional y espiritual.

Perdonar no es olvidar. Aunque se intente olvidar, no se puede. No podemos borrar de nuestra memoria, ni de nuestras emociones, ni tampoco podemos cancelar las consecuencias del daño.

Sin embargo, el Señor nos recuerda en la epístola a los Hebreos 10:17  Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”.

Dios nunca usará el pasado en contra nuestra. Ni siquiera se acuerda de nuestros pecados y maldades. Pero Dios es Todopoderoso, Él puede hacer lo que le plazca. Para nosotros es imposible olvidar, por eso nos resulta tan difícil perdonar, porque es necesario ir en contra de nuestros propios pensamientos, emociones, sentimientos y deseos, aún en contra de nuestros derechos y de nuestra voluntad. Por eso es tan complicado hacerlo. Sin embargo, para perdonar, sólo se necesita algo muy importante: DECIDIR PERDONAR.

Olvidar, puede llegar a ser el resultado de perdonar, pero nunca es el medio por el cual se perdona.

Únicamente el amor a Dios nos puede llevar a saborear el triunfo de perdonar. Cuando amamos con todo nuestro ser a Dios, podemos perdonar.

Solo quien ha experimentado la gracia y el perdón de Dios puede amar a su prójimo, perdonándolo.

Cuando alguien ama a Dios, puede perdonar, pues puede entender a la otra persona y además amarla.

Perdonar a todos los que nos han ofendido es un requisito absoluto que el cristiano debe llenar para poder ser libre y vivir bajo obediencia.

Si no dejamos libres a los que nos ofenden, quedamos ligados a ellos y al pasado. A la persona no perdonada se le mantiene involuntariamente en una relación rota.

La necesidad de perdonar es un asunto entre el ofendido y Dios. El perdón no es un sentimiento, sino un acto de la voluntad.

Cuando uno decide perdonar, el Señor sana el dolor relacionado con la herida emocional y desplaza el daño que dejó el resentimiento; y lo sustituye por aceptación y amor.

El primer paso hacia el perdón es reconocer los sentimientos de rencor. Perdonar significa remitir, ceder la deuda, enviar.

El apóstol Pablo nos ilustra lo que significa remitir la deuda, al pedirle a  su amigo y colaborador Filemón que ponga a su cuenta lo que Onésimo le debía.

Filemón era un miembro acaudalado de la iglesia de Colosas que se congregaba en su casa. Filemón tenía a un esclavo, un hombre llamado Onésimo, el cual no era creyente en el momento en que robó algo de dinero y huyó. Onésimo huyó a Roma buscando perderse entre muchos esclavos más. Pero, a través de circunstancias que las Escrituras no dicen, Onésimo conoció a Pablo en Roma y se convirtió en cristiano. Pablo amaba a Onésimo, sin embargo, sabía que Onésimo había robado y huido quebrantando la ley romana de haber defraudado a su amo y por eso decidió enviar a Onésimo de regreso a Colosas.

Pablo le envía a Filemón esta carta personal alentándolo a perdonar. Y en ella le dice:  (Filemón 1:18) Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta.

De la misma manera, Dios te pregunta si tienes alguna cuenta con Él. Jesús pagó nuestra deuda, que era inmensa, Él nos dice: “Si algo te debe, ponlo a mi cuenta   

LAS CUATRO ETAPAS DEL PERDÓN

  1. ETAPA DE LA CRISIS

Nos enfrentamos a una crisis: ¿perdono o no perdono?, y esto nos hace sufrir.

Todos hemos estado envueltos en una crisis de este tipo, cuando tenemos que tomar la decisión: perdonar o seguir resentidos.

Para algunas personas es más complicado perdonar que para otras, y eso es debido a varios factores, como: personalidad, temperamento, orgullo, educación, falta de aceptación, inmadurez, falta de compromiso, orgullo, etc.

Pero todos, indistintamente, hemos sufrido en esta etapa. Las crisis nos causan tensión y sufrimiento.

A muchas personas, les conviene “por así decirlo”, continuar con el resentimiento, pues eso les da ventajas sobre el ofensor.

En esta etapa, el verdadero cristiano romperá con el egoísmo y decidirá darle la gloria al Señor.

La decisión acertada nos librará de la tensión y la decisión equivocada agudizará el dolor.

  1. ETAPA DEL ODIO (Resentimiento, odio o aversión)

Cuando no se perdona, y se continúa con el resentimiento, se dará lugar al diablo y éste llevará a quien no perdona al rencor, y posteriormente al odio.

Hay dos tipos de odio:

  1. odio pasivo: no se le desea el mal a la persona que nos lastimó.
  2. odio activo: malos deseos (¡Ojalá le vaya mal!).

El odio es una emoción y es una respuesta equivocada hacia cualquier daño injustificado.

Muchas personas creen que nunca han odiado, pero eso es simplemente una careta para justificar sus actos y aparecer ante sí mismos como personas buenas. Es algo aprendido desde la niñez. El odio es aversión. Cuando vemos a la persona que nos lastimó, se nos revuelve el estómago y hasta deseamos voltearnos para ni siquiera saludar.

  1. ETAPA DE LA GRACIA

Ver a la persona que nos dañó desde otra dimensión; verlo como un ser humano débil, necesitado y maltratado por la vida, hambriento de afecto y cariño, rechazado. Esta etapa solo puede darse por la gracia de Dios. El Espíritu Santo nos lleva a perdonar; las personas que no pueden perdonar, tendrán que preguntarse si realmente habita en ellos el Espíritu de Dios.

Será preciso entender que esa persona seguramente no ha nacido de nuevo en Cristo, y por lo mismo, continúa viviendo en la carne.

Si es un creyente, entender que aún la obra de Dios está llevando a esa persona a la santificación, y que la obra del Señor todavía no termina.

También es entender que está la intervención del enemigo detrás de la afrenta que nos hicieron.

Jesús pudo ver a Judas tal como era, y sin embargo, nunca intentó vengarse de él. Cuando el Señor estaba en la cruz, lastimado y humillado por sus victimarios, muchos de ellos eran a quienes había sanado, ayudado, dado de comer; y en medio de su maldad, Jesús le dijo al Padre: “Perdónalos porque no saben lo que hacen”. Al quitarse el odio de nuestro corazón podemos ver la fragilidad de quien nos hizo daño, y de esta manera, no seguir odiando.

Al obedecer a Dios, le agradamos con nuestra decisión de perdonar, y entonces, Él nos regala una conciencia distinta, a través de la cual podemos ver cosas que antes no podíamos reconocer. Ejemplo: Nos damos cuenta de que lo que creíamos de la otra persona era falso. 

  1. ETAPA DE LA COMPRENSIÓN

Lo que me hizo la persona, es lo que se convierte en obstáculo. El mal que nos hizo se interpone, y nos separa del perdón.

El fingir que ese obstáculo no existe o que no me importa, es negar la realidad.  Cuando se pueda, es conveniente decirlo al ofensor, para que comprenda lo mucho que te hirió, y de esta manera, se comprometa consigo mismo para evitar volver a hacerlo en lo futuro.

Si la otra persona no quiere o no puede, tendremos que conformarnos con nuestra propia sanidad; mi perdón me da sanidad, pero no garantiza la sanidad del otro. 

(Mateo 18:15) Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.

Esta es una ordenanza para la disciplina de la iglesia. La meta de este proceso es la restauración. El paso número uno es reprenderle en privado. Esto puede aplicarse a que cualquier miembro de la iglesia lo lleve a cabo cuando exista una diferencia importante con otro hermano.  

El perdón produce la liberación de las heridas del pasado.

Hay un principio muy antiguo que dice: “Perdona y te parecerás a Dios; retén y te parecerás al que te hirió”.

Tú necesitas pedirle perdón a la persona que te hirió por el simple hecho de haber tenido una actitud de falta de perdón hacia ella.

Uno no perdona a terceras personas por ellas mismas, sino por uno mismo.

La necesidad de perdonar, no es solo algo de uno con el ofensor, sino entre Dios y uno.

Perdonar, es decidir vivir con las consecuencias del pecado de otra persona. Perdonar cuesta caro; pagamos las consecuencias por la maldad de otros, y al perdonar debemos tomar en cuenta que vamos a sufrir por causa del pecado de otro, se quiera o no.

Solo nos quedan dos opciones: decidir si no queremos perdonar y nos quedamos con la amargura, o si decidimos perdonar, y obedecemos a Dios y nos quedamos con la libertad.

Jesús asumió las consecuencias de nuestros pecados. Perdonar de verdad, es substitutivo; porque nadie perdona sin sufrir las consecuencias del pecado de otra persona.

(2 Corintios 5:21) Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él

Para perdonar, no esperes hasta que sientas el deseo de hacerlo, pues los sentimientos necesitan tiempo para sanar; al perdonar se ganará la libertad, no quedará libre un sentimiento. A veces las emociones nos dicen no perdones, pero nuestra obediencia al Señor debe ganar. 

PERDONAR ES SOLTAR Y CANCELAR

El Señor nos enseña que el perdón es una obligación. La razón por la cual debemos perdonar a otros sus ofensas se basa en la disposición que Dios tiene de perdonar las nuestras. 

(Mateo 18:27) El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda

La palabra perdonar tiene relación con dos palabras griegas; la primera palabra es apowo  que traducida quiere decir soltar o desatar; perdonar significa: soltar o desatar.

Soltar, significa que la persona que nos lastimó quede restaurada otra vez a la posición de confianza y dé una buena relación. Soltar es olvidar todo, volver a confiar en la persona.

La otra palabra aphiami, también envuelve el concepto de soltar y enviar; significa cancelar, remitir.

Lo que nos conduce a entender que para poder perdonar tenemos que soltar a nuestro ofensor y cancelar toda la deuda que tenga con nosotros.

Como podemos darnos cuenta, el perdón desata las heridas del pasado; muchos creyentes se mantienen atados por la mente en el  subconsciente, debido a tantas heridas y dolores.

Satanás usa el área del subconsciente para inyectar pensamientos a la mente consciente, esto hace que la mente se mantenga cautiva a los patrones de pensamiento con amargura.

Cuando no perdonamos es imposible vivir el presente, pues la amargura del pasado fluye en el día de hoy.

Solamente el perdón nos puede soltar o desatar de esa persona, y también desatará la mano de Dios para obrar en esa situación. 

¿QUÉ SIGNIFICA PERDONAR?

Para entender realmente qué significa perdonar, debemos entender lo que es perdonar y lo que “no” es perdonar.

  • Perdonar “no” es olvidar

Solemos decir que Dios ha olvidado nuestros pecados (Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones, Hebreos 10:17), pero esto no significa que Él haya olvidado, sino que hace a un lado nuestros pecados, los pecados confesados y perdonados, y decide nunca usarlos en nuestra contra.

Además, Dios es soberano y además Él tiene atributos únicos que nosotros no tenemos como la omnisciencia y la omnipotencia.

(Salmos 103:17) Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos 

Nosotros también podemos perdonar, sin olvidar.

  1. Perdonar “no” significa que tengo que tolerar el pecado

Perdonar, no significa que los demás nos puedan pisotear con su continuo pecado.

Si hemos decidido perdonar por amor a Dios, esto no implica que debamos seguir recibiendo ofensas de la misma persona, ni que le permitamos abusar de nuestra condición de obediencia.

Dios no quiere que seamos lastimados nuevamente, y no tenemos porque tolerar que nuestro agresor abuse o continúe hiriéndonos. 

(Proverbios 29:1) El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y no habrá para él medicina.

Cuando existe un estado creciente de obstinación en la persona que nos lastima, nos habla que esa persona rechaza la enseñanza de la Palabra, y por lo tanto, debemos alejarnos de ella para no seguir siendo lastimados.   

  1. Perdonar “no” exige venganza o pago de restitución por las ofensas recibidas

Dios es el juez justo que corregirá todo; nuestra obligación es extender la misericordia del perdón y dejar el asunto en manos de Dios.

Perdonar significa tomar la resolución de aceptar vivir con las consecuencias que nos haya provocado la forma de vivir o el pecado de nuestro agresor.

Perdonar es una decisión que agrada a Dios.

Perdonar es un regalo, tal vez inmerecido, que se otorga a nuestro ofensor; pero recordemos que Cristo nos puso ese ejemplo al dar su vida por nosotros (el mejor regalo), y ninguno lo merecíamos. 

(Hebreos 9:27-28) Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.

Aquí el autor de Hebreos da testimonio de la obra de Cristo en la cruz al perdonar y quitar nuestros pecados mediante su sacrificio. 

DIEZ PASOS PARA PERDONAR 

  1. ACEPTA EL DOLOR

Reconoce que te ha dolido lo que te hicieron, que tienes coraje, o tristeza, o quizás miedo.

Además acepta que, tal vez, estás resentido o que ya pasaste a otra etapa. Fingir que todo está bien, que no ha pasado nada es simplemente hipocresía. Dios desea que seamos honestos, que no aparentemos que somos muy “buenos”, y que el odio permanezca oculto.

Dios nos creó con emociones y sentimientos, fingir que no sentimos nada es vivir en auto-engaño. 

(Mateo 5:4) Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación

No lo reprimas ni lo evites, tarde o temprano tendrás que enfrentarte al dolor.

  1. NIEGATE A TI MISMO

Recuerda cómo Cristo te perdonó a ti, así que ve a la cruz y niégate a ti mismo.

 (Colosenses 3:13) Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

Debido a que Cristo como nuestro máximo ejemplo de perdón, ha perdonado todos nuestros pecados sin ningún reproche, los creyentes verdaderos debemos estar dispuestos a perdonar a los demás.

  1. PIDE AL SEÑOR DE SU GRACIA

En ocasiones el orgullo, conduce al rencor y a la amargura y por más que la persona desea perdonar, no lo consigue.

Muchas personas dicen: “Es que no puedo perdonar”, y se tendrán que preguntar sinceramente ¿No puedes o no quieres perdonar?

Las emociones son las que no quieren perdonar, pero, cuando se lo pedimos a Dios de corazón, Él siempre nos da la gracia para obedecerle.      

(Lucas 11:9) Y yo os digo: Pedid, y se os dará: buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá

El pedir da por sentadas la humildad y una consciencia de la necesidad. 

  1. DISFRUTA DE LA LIBERTAD

Las consecuencias son inevitables. Recuerda: la decisión está entre vivir bajo la opresión de la amargura o la libertad del perdón. 

(Génesis 50:17) Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban

José tuvo que vivir con las consecuencias de la envidia y maldad de sus hermanos, del pecado de la esposa de Potifar, del egoísmo del copero del rey. Sin embargo, Dios bendijo a todo el pueblo de Israel por el sacrificio en la vida de José.

  1. OTORGA LA LIBERTAD A TU OFENSOR

Rompe con la deuda, sea cual sea:

  1. Personal (afectar el buen nombre, injurias, difamación)
  2. Moral (embarazo de una hija, asesinato de un familiar, adulterio)
  3. Económica (fraudes, robos, abuso de confianza)

(Mateo 6:12) Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.

  1. NO LO SIGAS USANDO PARA TU BENEFICIO

Nunca vuelvas a sacar a la luz ni uses como arma esta información. Si has decidido perdonar, debes cancelar toda la basura que el enemigo quiera poner en tu cabeza y usarla como venganza, deseo de control o dominio, usando el pecado de la otra persona a tu favor.

(Romanos 12:19) No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.

La retribución le corresponde solo a Dios, nunca al ofendido.

  1. CONTINÚA OTORGANDO PERDÓN

Aunque la misma persona te vuelva a herir u ofender, vuelve a perdonar.

(Mateo 18: 21-22) Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?   Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.

El perdón generoso muestra un corazón lleno del Espíritu Santo, en donde Dios ha llevado a ese creyente a vivir con misericordia, amor y bondad.

  1. BUSCA AYUDA

Dios muestra que no tenemos que soportar el abuso. Si fuera necesario, es conveniente buscar ayuda con la autoridad de la iglesia. Dios es santo y justo.

(Mateo 18:15-17) Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.

La meta de la disciplina en la iglesia es tener un proceso de restauración

  1. NO TOMES TU PROPIA JUSTICIA

Nunca trates de tomar el lugar de las autoridades ni intentes hacer justicia por ti mismo contra tu agresor.

(Santiago 1:20) porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.

El querer hacer justicia uno mismo, describe un resentimiento profundo en el interior, que va en contra de lo que enseña la Palabra de Dios.

  1. DALE LA GLORIA A DIOS CON TU PERDÓN

Tener actos de amor es el verdadero perdón. Dar amor y bendecir a nuestros agresores.

Para poder perdonar es necesario vivir en el Espíritu. Satanás sabe que el hombre tiene una gran debilidad: el orgullo, y va a utilizar todos los recursos que tiene para que el hombre no perdone, pues de esta manera él seguirá teniendo ventaja y logrará conseguir su objetivo.

Cuando alguien no perdona es porque vive en las obras de la carne, y el enemigo se aprovecha de esta condición de debilidad.

(Gálatas 5:19-21) Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Es fácil observar cuando el enemigo ataca. Cuando estamos enojados, escuchamos dentro de nosotros mismos argumentos y resentimientos del pasado relacionados con lo que nos hizo la persona que nos hirió.

Cuando mantenemos el enojo, abrimos la puerta para que el enemigo aplique presión y aumente nuestro enojo. Nos manda pensamientos como: “Si cedes, va a abusar de ti”, “ Si sigues perdonando, todo mundo se va a aprovechar”, “Eres manso, pero no menso”, etc.

Ejemplo: Una mujer confiesa a su esposo que le fue infiel hace muchos años, antes de conocer a Cristo; el esposo dice que la perdona, pero el enemigo se encarga de mandar mensajes como: ¡Qué tonto eres ! ¡Todos te van a ver como el hazmerreir! ¡Te lo va a volver a hacer! ¿Es mejor que yo, por qué lo buscó?, etc.

El diablo siempre busca la manera de seguir abriendo la herida, y lo hace bombardeando con pensamientos.

Nosotros podemos detener el ataque del diablo, pues el Señor nos ha dado la autoridad. Al vivir en el Espíritu, el diablo no puede seguir lastimándonos.

(Gálatas 5:22-24) Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.

Para poder ganar la batalla y perdonar tenemos que hacer andar en el Espíritu. Perdonar, es saber que tenemos que resistir el ataque del diablo, y que necesitaremos poner en práctica todas nuestras estrategias para resistir la batalla y vencer al diablo.

(Santiago 4:7) Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros

Para perdonar, acostúmbrate a Identificar los pensamientos

Identifica si los pensamientos de falta de perdón. Si vienen de ti, o si provienen del diablo, para, inmediatamente, combatirlos.

Es fácil reconocer si es por nuestro orgullo que no queremos perdonar o si son pensamientos que está produciendo el enemigo en nosotros.

Ejemplo:

ORGULLO                                                                SATANÁS

 

Sí quiero perdonar, pero no puedo.                        No perdones, no es justo.

Esto no lo podré perdonar jamás.                           Te lo va a volver a hacer.

¿Qué van a pensar de mí?                                         ¡No te dejes!

Si la perdono, va a abusar de mí                              ¡Eres un dejado!

Esto es algo que no puedo perdonar                       ¡Sería el colmo que perdonaras!

 

Los pensamientos que provienen de nuestro orgullo pueden ser sometidos inmediatamente, al considerar hacer la voluntad de Dios y no la nuestra. Necesitamos entregarlos al Señor.

Debemos cancelar la deuda, considerando que también nosotros tuvimos una deuda muy grande, y ésta fue perdonada a través de un gran sacrificio.

Si nos damos cuenta que son pensamientos que manda el diablo, habrá que identificarlos, y entregarlos al Señor.

(2 Corintios 10:5-6) derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.

Pedir la gracia de Dios para que podamos perdonar cuando llegue el ataque. Y recordar, no volver a usar el pasado como un arma, pues eso da lugar a que el diablo vuelva a atacar. 

CUESTIONARIO:

  1. Debes pedirle a Dios que te recuerde algo que tienes que perdonar. Hazte las siguientes preguntas:
  • ¿En qué paso del proceso estoy respecto a ese hecho o de esa persona?
  • ¿Cómo me siento? ¿Triste? ¿Con coraje? ¿Temor? ¿Rencor? ¿Odio? ¿Deseos de venganza
  • ¿Estoy permitiendo que el proceso siga su curso o lo estoy deteniendo con mi resentimiento?
  1. Expresa a Dios tus sentimientos conforme vayan brotando. Sería conveniente que acudieras a consejería o se lo dijeras a alguien que tenga la capacidad de escucharte.
  2. Imagínate que estás frente a Dios, ahora, pregúntale a quién quiere Él que perdones.
  3. ¿Qué te gustaría que cambiara esa persona, antes de que estés en disposición de perdonarla. ¿Qué quisieras que esa persona no volviera a hacer? ¿De qué quisieras que te pidiera disculpas
  4. Imagínate a esa persona frente a ti, y Dios entre ustedes. Podrías decirle al Señor como lo hizo Jesús: “Padre perdona a ___________porque no sabe lo que hace”. O como dijo Esteban al estar siendo apedreado: “Por favor no le tomes en cuenta este pecado”. Continúa así hasta que puedas decirlo con sinceridad delante de Dios.
  5. Echa fuera todas las condiciones y demandas que quieres cambiar en el otro, e inspírate llenándote de Su poder, para tener la decisión de perdonar incondicionalmente.
  6. Lee todos los días los siguientes pasajes bíblicos, y medita sobre cada uno de ellos: (Mateo 6:14-15: Mateo 18:21-35; Marcos. 11:25; Lucas 6:27; Efesios 4:32; Colosenses 3:13).